Entregado el currículo, toca esperar. En ocasiones, la espera acaba en desesperación, puesto que esa llamada tan deseada nunca hace sonar el móvil. Pero, hay veces que tu currículum llega a manos del director de RR.HH., y es entonces cuando de verdad tienes la oportunidad de demostrar quién eres y qué es lo que puedes ofrecer.
Tu teléfono suena, es un número desconocido, lo coges. Tienes una entrevista de trabajo. Tus nervios afloran, miles de preguntas aparecen en tu mente. ¿Qué me pongo?, ¿qué me preguntarán?, ¿seré capaz de contestar a todo?, ¿cómo será la persona que me entrevistará?, ¿seré lo que buscan?...


Queda un día. Abres el armario y empiezas a buscar la ropa adecuada para la entrevista. Piensas en la empresa y en el puesto por el que luchas. Descartas los shorts, los escotes, la ropa deportiva y la vestimenta estrafalaria. Finalmente, te decantas por unos vaqueros oscuros, una camisa, un blazer y unas botas. Ahora le toca el turno a los complementos. Unos pendientes discretos y un reloj de esfera grande puede ser lo más adecuado. Pelo suelto, pero cuidado y maquillaje discreto.
Llega el día. Coges el bolso y la carpeta donde se encuentran los documentos que pueden ser necesarios. Sales con tiempo. Quedan 30 minutos. Aparcas, ya solo faltan 15 min. Preguntas en recepción y te mandan a la sala de espera.
Es tu turno. Entras al despacho. Te presentas y le das la mano firmemente. Disimulas tus nervios. Repasas mentalmente todo aquello que llevas preparando desde que te llamaron. La entrevista es satisfactoria. Tienes posibilidades. ¡Enhorabuena! Te lo mereces.
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