
Ante esto, ¿qué nos queda? Seguir esperando a que nuestro presidente tome medidas como la reforma laboral para luego quejarnos, cosa que nos caracteriza muy bien a los españoles o hacer de buen samaritano y afrontar la situación con solidaridad, arrimando el hombro y defendiendo el trabajo profesional y la experiencia, garantizando la igualdad de oportunidades tal y como apuntó Fernando González Urbaneja (presidente de la Asociación de la Prensa deMadrid). Palabras que, por supuesto, están vacías cuando de pronto sales a la calle y ves que el 70% de los licenciados son mujeres, y que injustamente, una vez en ejercicio, sus condiciones laborales son peores que las de los hombres (solo un 5,3% de las periodistas gana más de 3.000 euros netos mensuales, frente al 20,8% de los hombres).
Pero yo me pregunto: cómo puede nuestro gobierno levantarse cada mañana sabiendo que España no ha vivido en casi tres décadas de democracia una crisis tan dura y que dañase tanto al sector informativo, sabiendo que se está desperdiciando una juventud emprendedora (40% de paro juvenil según Strauss-Kahn) y que el país tiene una percepción del sector comunicativo lamentable (intrusismo laboral, baja remuneración, precariedad e inestabilidad laboral), que devalúa el trabajo y la figura del periodista.
Así pues, lo único que me queda, es pedirle a Dios que nos de fuerzas y ánimos para soportar esta etapa, que al parecer aun nos va a perseguir durante un largo periodo de tiempo.